¿La inteligencia artificial sustituirá a los abogados?

El abogado moderno necesita adquirir nuevas habilidades, vivir con la tecnología y usarla para trabajar. / Crédito de la imagen: www.canva.com
El abogado moderno necesita adquirir nuevas habilidades, vivir con la tecnología y usarla para trabajar. / Crédito de la imagen: www.canva.com
No se puede ignorar el impacto que causan las decisiones superficiales, genéricas o equivocadas.
Fecha de publicación: 07/08/2023

La abogacía es una profesión tradicional pero que evoluciona constantemente y está inserta en prácticamente todo lo que ocurre en la sociedad, incluido el campo empresarial. Al igual que otras profesiones, el ejercicio del derecho cambia al compás del contexto y por las necesidades diferentes de los clientes. 

Como abogados cada vez más participamos en consejos directivos, comités, grupos de trabajos jurídicos o multidisciplinarios y aportamos valor a las estrategias empresariales. En resumen, ahora ayudamos mucho más a las empresas en otros aspectos y en distintos modelos de trabajo.

En Brasil, por ejemplo, cada vez hay mayores desafíos en los que se exige vigilancia y actualización permanente, así como más diálogos con las empresas y la sociedad. 


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Para muchos, se corre el riesgo de ser reemplazados por tecnología, software, robots y algoritmos. Sin embargo, se equivocan al ignorar la complejidad del mundo real y el impacto tremendo que pueden causar los análisis o decisiones superficiales, precipitadas, genéricas o equivocadas. Por estas razones, el rol del abogado bien preparado y actualizado sigue y seguirá siendo fundamental. 

La prisa, la ansiedad, la obsesión por los costes bajos y la excesiva objetividad y simplificación pueden ayudar en algunos casos. Pero, generalmente, esconden riesgos que rara vez se identifican en un primer momento.

Delegar la función de análisis o la toma de decisiones a la tecnología, sin el debido cuidado y atención por parte de humanos experimentados, podría llevar a los empresarios a asumir riesgos de los que ni siquiera son conscientes. Los ajustes necesarios a la luz de los “nuevos tiempos” vienen dados no solo por los cambios en el propio contexto legal (novedades legislativas, jurisprudencia, doctrinas y nuevas actividades), sino por las nuevas formas en que la sociedad y las empresas se empezaron a relacionar con la incidencia. 

Como sabemos, la “carrera tras la seguridad” es permanente. Cuanto más evolucionan las leyes y los mecanismos de protección, más se modernizan las formas de engañar y aumentan los riesgos.


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El universo contemporáneo es cada vez más dinámico y ágil. Cada vez la tecnología está más presente en el entorno y constantemente surgen nuevas áreas del derecho y nuevas formas de prestar nuestros servicios. En consecuencia, se generan nuevos contextos, nuevas oportunidades y nuevos desafíos con los que debemos convivir y frente a los cuales tenemos que prepararnos y organizarnos.

Uno de los grandes cambios de la actualidad proviene de la relación entre las empresas y los riesgos. Estos últimos son cada vez más grandes, complejos, globales y, en muchos casos, inherentes al emprendimiento. Por esta razón, es importante conocer bien cuáles son esos riesgos para identificarlos y gestionarlos de forma adecuada, así como procurar seguridad jurídica. 

Sin duda, la llegada de nuevas áreas de actividad y especialización es un fenómeno muy positivo. En este sentido, se abren nuevas fuentes de trabajo, especialmente en el ámbito empresarial, que exigen más dedicación, esfuerzo e inversión. Necesitamos estar preparados y actualizados de una manera cada vez más profunda y rápida y, para ello, debemos adaptar nuestra forma de estudiar, aprender y actuar. 

La realidad profesional exige conocimientos, formación y experiencia en una doble dimensión, pues aunque necesitamos mantenernos especializados y actualizados, también tenemos que ser cada vez más generalistas para ayudar a nuestros clientes de forma amplia, integrada y sistémica.


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La llamada “abogacía del futuro” ya llegó. Las demandas son cada vez más complejas y surgen de la sociedad contemporánea que convive en un mundo globalizado, de tecnología y nuevos desafíos corporativos.

El abogado moderno necesita, por lo tanto, tener más información, comprender otras áreas del conocimiento, adquirir nuevas habilidades, viajar muy bien a través de toda la nueva gama de temas legales corporativos, vivir con la tecnología y usarla para trabajar. 

Asimismo, es importante que el abogado tenga una mejor comprensión de las empresas, los negocios, la gestión de riesgos y la estrategia. Todo esto sin perder la conciencia de que las herramientas tecnológicas ayudan, pero no reemplazan.

Las fusiones y adquisiciones, la due diligence, el cumplimiento, el gobierno corporativo y los contratos son cada vez más complejos. Estos utilizan mucha tecnología, automatización y el "mundo virtual". Sin embargo, sabemos que en la mayoría de los casos, sensibles, importantes y profundos, que envuelven más riesgos y responsabilidades, la competencia y experiencia de los abogados humanos sigue siendo el gran diferencial.

*Leonardo Barém Leite es socio sénior en Almeida Advogados, ubicado en São Paulo, especializado en derecho corporativo, contratos, fusiones y adquisiciones, gobierno corporativo, sostenibilidad, ESG y cumplimiento.

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