A inicios de mes el gobierno de Chile celebró el lanzamiento del Sello 40 horas. La certificación otorgada a FirstJob (38,5 horas semanales), Caja Los Andes (39 horas), Detacoop (40 horas) y WOM Chile (40 horas) tiene el objetivo de promover el proyecto del Ejecutivo para reducir la jornada laboral a 40 horas. Según informa la ministra de Trabajo, Jeannette Jara, apenas lanzada la certificación, ascendía a 40 las empresas que postularon al distintivo. La iniciativa contempla la entrega de una certificación anual -sujeta a renovación- para aquellas empresas que cumplan con tres requisitos:
“Tener contratado, conforme a la normativa del Código del Trabajo, a lo menos el 80% de los trabajadores y trabajadoras con una jornada ordinaria que no supere las 40 horas y que no sea menor a 30 horas semanales. No haber sido condenada por vulneración a los derechos fundamentales previstos en el párrafo 6º del Capítulo II del Título I del Libro V del Código del Trabajo. Estar al día en el pago de las obligaciones previsionales de sus trabajadoras y trabajadores”, según informa la plataforma del Ejecutivo.
📢Junto a la Ministra @jeannette_jara , la @SubsecTrabajo María Elizabeth Soto (s) y nuestro Seremi fue parte del #Sello40Horas a @womchile por reducir la jornada laboral de sus trabajadores y trabajadoras 💪🏻🇨🇱📢 @MintrabChile pic.twitter.com/1DMuco4lvh
— MintrabRM (@SeremiTrabajoRM) June 3, 2022
Chile no es pionero en tal iniciativa, Ecuador tiene incorporada la jornada de cuarenta horas en su Código del Trabajo. Brasil también contempla una jornada menor a la estándar (de 48 horas semanales) que llega hasta las 44 horas, mientras que Colombia ya cuenta con una disposición oficial de reducción gradual que entrará en vigencia en el 2023. La reforma decretada por Iván Duque apunta a reducir la jornada laboral colombiana hasta las 42 horas en 2026.
Para atisbar la funcionalidad de estas apuestas, conviene mirar más de cerca. Ecuador puede ser un buen ejemplo, considerando que el registro de esta disposición puede llegar a rastrearse desde hace una década.
Los datos más recientes emitidos por su Instituto de Estadísticas y Censos (INEC), cristalizan el panorama considerando la multiplicidad de condiciones de empleo (empleo pleno, subempleo, no pleno, no remunerado) y el desarrollo del mismo dentro de lo formal o informal. Este esquema, decretado y aplicado en el trabajo formal, registró para marzo de 2022 una participación menor a la mitad de la población empleada en zona urbana. En el caso de la población rural, disminuyó a menos de la cuarta parte.
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Desafíos y promesas
Sacar de lo idealista los conceptos del buen vivir y el trabajo digno es plausible en la región, solo si en contraparte hay un trabajo transformacional respecto del mercado laboral, con los incentivos estatales que tal proceso demande. El factor crítico de esta propuesta es forzar su aplicación desde el modelo europeo. Francia, Grecia, Portugal, Italia, Irlanda y España ya cuentan con una jornada de 40 o menos horas. Los casos más recientes en avanzar en esta línea son Bélgica y Reino Unido, el primero ha decidido recortar la semana laboral a 4 días y el segundo reporta avances desde el sector privado con el inicio en julio de una prueba de seis meses con jornadas de 32 horas semanales.
El avance de estos países no es novedad, todos ellos pertenecen a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). El promedio de jornada laboral que cumplen los 34 países que al 2022 la integran asciende a 36,8 horas semanales. Parte de ellos incluso ha suscrito el convenio 47 de la OIT emitido en 1935 que promueve la jornada laboral de 40 horas.
El reflejo se deforma cuando Latinoamérica se asoma a esa realidad como espejo. Venezuela, por ejemplo, ya tiene cumplida una década con la medida que aminora de 44 a 40 horas semanales laboradas. El registro que supera el 80 % de población que trabaja en situación de informalidad, según el Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, hace el contrapeso sobre la aplicación real de tal promesa. Como acertadamente editorializa Ana Lucía Duque en Connectas, “hay que acercar la lupa”.
El apalancamiento de esta iniciativa por medio de incentivos tributarios o fondos de fomento, como el caso de España a inicios del año pasado, pueden ser un mejor referente que contemplar. El caso más reciente desde esas latitudes, negociado intensamente desde su frente sindical, es el de Telefónica España. La semana pasada la compañía implementó, de manera formal, la jornada de cuatro días a la semana con rebaja de sueldo y una bonificación del 20%. Acogerse es opcional.
El estudio de este plan requiere un análisis minucioso, volviendo a la mirada acuciosa de Ana Lucía Duque, el enfoque proteccionista de esta impronta es deficiente si los bajos salarios en la región y la pobre fiscalización laboral no ponen coto a la sobrecarga laboral. Una aplicación extendida de estos modelos estaría generando una fuerza laboral que maximiza el “tiempo libre ganado” para invertirlo en uno o dos trabajos adicionales, lo que deviene en una fuerza laboral extenuada, destaca Duque.
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La iniciativa de Chile, en ese sentido, viene dotada de un reconocimiento del Estado por medio de la certificación, pero también de un seguimiento y acompañamiento interesante. Esto último apunta a la medición de la productividad efectiva. Queda pendiente la presentación de los mecanismos y pautas que concreten su desarrollo.
Mientras tanto, será interesante comprobar la viabilidad de esta apuesta y la posibilidad de reorientar la economía como se dispone en el proceso que afronta Chile. Ver, sobre todo, consolidada la promesa del goce de tiempo libre y de calidad como defiende Camila Vallejos, secretaria del Estado.
“Es importante que el trabajo dignifique -y no solo con buenos salarios, que es fundamental- sino que no te robe lo más esencial de la vida: el tiempo”.
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