¿Por qué los artistas venden su catálogo musical?

El negocio de edición de música representa una inversión que rara vez decepciona al comprador y al vendedor / Unsplash, Chris Zhang.
El negocio de edición de música representa una inversión que rara vez decepciona al comprador y al vendedor / Unsplash, Chris Zhang.
La respuesta a por qué se venden y compran tantos catálogos musicales no es unívoca, puesto que existen múltiples razones por las que ocurre esto.
Fecha de publicación: 21/02/2024

Hace una semana, Billy Joel le dijo a Howard Stern que no ha pensado vender su catálogo musical, pero que lo consideraría si alguien le ofrece 1.000 millones de dólares. La respuesta en realidad fue irónica, pues el cantautor considera que sus canciones son como hijos, a los que se da a luz, por lo que está muy apegado a estas y considera que venderlas es mercenario, como respuesta a porqué —a diferencia de otros artistas— no vendería su catálogo.

Stern apuntó que venderlos es muy lucrativo y que, si no vende su catálogo musical, este podría ser manejado por sus herederos algún día de la manera en que él querría, a lo que Billy Joel añadió que, ciertamente, si lo conserva, podría convertirse en una fuente constante de lucro. Con esta conversación, el cantante sentó su posición ante la creciente tendencia de compraventa de catálogos musicales.

Casualmente, el primer comentario que acompaña al fragmento de esta entrevista colgado en YouTube pregunta por qué muchos buenos artistas venden su música,
quien posteó aseguró que entenderlo es algo que está lejos de sí y que considera que venderlos se hace por razones equivocadas.

En un clip muy corto se mostraron diversas caras de un mismo “problema”: las razones por las que algunos artistas venden, las razones por las que muchos no venderían y lo que algunos fanáticos piensan sobre esto.

Este primer comentario condensa, seguramente sin premeditarlo, la pregunta que ronda a la industria musical desde hace pocos años, cuando la adquisición de catálogos musicales (una dinámica con varias décadas) empezó a crecer y se convirtió en el fenómeno que es hoy. Entonces, respondamos, ¿por qué los artistas lo hacen?


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La creación musical constituye un bien intangible

Federico Fischer Castells, experto en propiedad intelectual y derecho del entretenimiento de Fischer Abogados, señala que esta pregunta no tiene una respuesta unívoca, puesto que existen múltiples razones por las que ocurre esto.

Un motivo es que el avance de las tecnologías y su aplicación a las industrias creativas trae aparejado un importante crecimiento en la variedad de modalidades digitales de explotación de catálogos musicales y de los ingresos derivados de estas.

A esto se suma lo que Fischer llama el “boom” del streaming, las redes sociales y la aparición de la Inteligencia Artificial y sus diferentes posibilidades, que han determinado que se proyecte para los próximos años un crecimiento sostenido de las regalías esperadas por la explotación de catálogos musicales. 

"Como consecuencia, los catálogos musicales son vistos como activos de inversión cada vez más atractivos por la industria financiera, lo que ha propiciado mayor interés en general en la adquisición de este tipo de obras".


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Precisa que, por otro lado, vender sus catálogos es ventajoso para los artistas, ya que les permite desligarse de la administración o el control de su explotación y obtener, en una sola transacción, una suma que compense por el valor de las regalías esperadas por la explotación total del catálogo a lo largo de muchos años. 

"En muchos casos se han aducido razones tributarias o de facilitar el planeamiento patrimonial como justificativo de este tipo de transacciones".

Además, teniendo siempre en mente que los catálogos musicales son activos de propiedad intelectual con un valor intrínseco, que han visto crecer un renovado interés en ellos como un capital cultural y financiero, muchos artistas y profesionales de la industria han aprovechado de manera única este valor para generar miles de millones de dólares en ventas y compras por catálogo en las últimas dos décadas, explica el informe Understanding two decades of Music Catalog purchases

Todd y Jeff Brabec, profesores adjuntos de Licencias y Contratos de Canciones de la Universidad del Sur de California, coinciden con Fischer en que el uso de la música está en su punto más alto, tanto en los medios tradicionales como en medios digitales, donde la proliferación de nuevas plataformas ha creado un sinnúmero de oportunidades para la explotación de los derechos de autor musicales, aparejadas con un mayor valor. 


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Poder invertir, aumentar su participación en el mercado y competir en un mundo de conglomerados multinacionales de comunicación que requiere de la adquisición de derechos de autor suelen ser las razones de los compradores, mientras que capitalizar sus canciones, inyectar capital en un negocio o planificar sobre su patrimonio suelen ser los motivos de los vendedores.

El negocio de edición de música representa una inversión que rara vez decepciona al comprador y al vendedor, escribieron.

Al final del día, los adquirentes, que pueden ser empresas de capital privado, fondos de pensión, administradores de activos, compañías de derechos de catálogos y tecnológicas como Spotify, explotan los derechos de autor o de publicación propios de los catálogos musicales, mientras los vendedores, que pueden ser los autores o sus herederos y administradores, obtienen acceso inmediato a un capital que podría verse mermado, por ejemplo, por los impuestos (en Estados Unidos se paga 37 % sobre las regalías anuales, mientras que el impuesto por la venta es de 20 % y se paga una sola vez) y por las plataformas de streaming, que pagan mucho menos por reproducción de lo que se ganaría por vender álbumes.


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Los artistas también ganan un porcentaje de la taquilla cuando salen de gira, pero esto requiere de una enorme inversión que no siempre se ve compensada por el dinero que podría generar la serie de conciertos que, por cierto, cada día generan menos… y no todos son Beyoncé o Taylor Swift, quienes movieron en sus últimas giras valores cercanos al PIB de naciones pequeñas.

Las adquisiciones de derechos musicales le dan al comprador no solo acceso al valor estable que representan los activos musicales sino también a todas las regalías que generen las licencias, acuerdos de marca y otros ingresos que, usualmente, se le pagarían a un artista, precisa Rolling Stone

Detrás de la compraventa de catálogos musicales
Detrás de la compraventa de catálogos musicales

 


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Rentabilizar un catálogo

Una vez establecido que muchos artistas se desprenden de sus derechos de autor, o parte de estos, para asegurarse una buena cantidad de una vez a cambio de esperar a que sus catálogos y sus derechos sobre estos generen esa misma cantidad, a través de acuerdos de licencia y regalías, queda de parte de los compradores asumir el trabajo de rentabilizar los derechos adquiridos.

Fischer explica que la rentabilidad del catálogo se genera a raíz de los diferentes ingresos que se perciben por su utilización en las diferentes modalidades de explotación de este tipo de obras, que incluye, entre otras, las regalías que se obtienen por la ejecución y comunicación pública del catálogo de manera tradicional; las regalías generadas por el streaming en sus diferentes modalidades; la explotación digital en redes sociales; las regalías por venta física o digital de obras y las regalías por licencias de sincronización (para obras audiovisuales y producciones publicitarias o para su inclusión en otras grabaciones musicales).

También se aprovecha de estos las regalías que provienen de los sistemas de gestión dirigidos por las Entidades de Gestión Colectiva o, si es el caso, por la gestión individual hecha por el titular del catálogo o su administrador.

"Cabe destacar la creciente importancia de las nuevas modalidades de explotación digital, como el acuñamiento de NFTs, el uso de catálogos en el entrenamiento de modelos de inteligencia artificial generativa y el avance de los conciertos virtuales, que apuntan —entre otros— a ser nuevas e importantes fuentes de ingresos para las obras musicales".

Desde el punto de vista meramente jurídico, la rentabilidad de un catálogo también depende de un minucioso due diligence, que deje en claro para ambas partes cuáles derechos se están adquiriendo y las implicaciones en cada caso, a cuenta de que en la creación y producción musical concurren varias “capas” de derechos de propiedad intelectual, con un diferente régimen legal y que pasan por el derecho de autor sobre la composición musical, el derecho conexo sobre la interpretación y el derecho conexo del productor fonográfico sobre la fijación de la interpretación musical en un fonograma (llamado master recording). 


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"La creación musical, además de constituir una creación artística, legalmente constituye un bien incorporal sujeto a las normas de la propiedad intelectual que, en su aspecto patrimonial, puede ser objeto de diferentes negocios jurídicos". 

El abogado uruguayo señala que esto implica que un artista puede ceder los derechos de propiedad intelectual sobre sus creaciones, pero también que muchas veces se debe negociar con diferentes personas, ya que los diferentes activos intangibles sobre la música de un artista pueden estar en cabeza de diferentes personas.

Naturalmente, el alcance y condiciones en que las diferentes personas que intervienen en la producción musical se reparten dichos derechos son determinados caso a caso y varían según el esquema de producción musical que se trate.

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