¿Carne cultivada en laboratorio? La agenda de Brasil para regular las 'Foodtech'

JBS, la mayor productora de proteína animal del mundo, está invirtiendo más de USD 60 millones para desarrollar carne cultivada en Santa Catarina./ Tomada del sitio web de Bio Tech Foods.
JBS, la mayor productora de proteína animal del mundo, está invirtiendo más de USD 60 millones para desarrollar carne cultivada en Santa Catarina./ Tomada del sitio web de Bio Tech Foods.
Mientras una startup australiana desarrolla albóndigas de mamut, Singapur ya vende pollo cultivado y JBS anuncia inversiones de más de USD 60 millones en un centro de investigación de carnes cultivadas, el proyecto de ley 4616/23 quiere prohibir la investigación para la comercialización del producto en el país.
Fecha de publicación: 10/11/2023

Imagine probar una albóndiga de mamut, un animal que fue una de las principales fuentes de proteínas para los humanos prehistóricos, pero que está extinto desde hace más de 5.000 años. Una empresa australiana creó este producto para demostrar el potencial de la carne cultivada en laboratorio sin sacrificar animales.

En Brasil, este mercado ya despertó el interés de JBS, la mayor productora de proteína animal del mundo está invirtiendo más de 60 millones de dólares en el Centro de Innovación JBS Biotech, para desarrollar carne cultivada, en Santa Catarina. Pero el proyecto de ley 4.616/23 quiere prohibir la investigación y la venta de carne cultivada en el país.

“Singapur fue el primer país en aprobar la carne cultivada para la venta comercial, en 2020. Recientemente, una empresa de carne cultivada con sede en EE. UU. recibió una carta 'sin preguntas' de la FDA, indicando que los reguladores no encontraron nada peligroso en el pollo cultivado que produce. Las empresas de carne cultivada están trabajando con los reguladores de Australia y Nueva Zelanda para obtener la aprobación de un producto antes de finales de 2023”, señala Vow Food, desarrollador de la albóndiga de mamut, en su sitio web.

Países como Uruguay e Italia también están debatiendo la prohibición de la carne cultivada. Las inversiones en carne cultivada comenzaron en 5 millones de dólares en 2016, antes de superar los USD 1.300 millones en 2021 y caer a alrededor de USD 900 millones el año pasado.

A pesar de la euforia con las food techs, un sector en el que se insertan las startups de carne cultivada, esta caída en las inversiones estuvo en línea con lo ocurrido en toda la industria de capital de riesgo.


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Según Crunchbase Data, las inversiones totales en startups cayeron de USD 681.000 millones a USD 445.000 millones de 2021 a 2022. El aumento de la inflación y la incertidumbre con la economía mundial ante la guerra en Ucrania estuvieron entre las principales causas destacadas por los analistas.

Carne cultivada vs. plant-based

El aumento del costo de la vida fue también la principal justificación presentada por Vivera para explicar la caída de sus ventas e ingresos en 2022. La empresa es el tercer fabricante mundial de productos a base de plantas (plant-based), otro segmento del food tech que utiliza alternativas de proteínas vegetales en lugar de proteínas animales. La empresa fue adquirida por JBS en 2021. El año pasado afirmó que centraría sus inversiones en plant-based en Europa y Brasil y vendió Planterra Foods en Estados Unidos. Así, tras una oleada de inversiones también en varios países latinoamericanos, como ha reseñado LexLatin, por ejemplo en Chile, con NotCo, y en Colombia, con Upfield, el segmento de plant-based parece perder parte de su brillo precisamente frente al segmento de carne cultivada. Tanto es así que en 2022 las inversiones en carne cultivada cambiaron a carne de origen vegetal por primera vez.

Aún pionero en la regulación de los transgénicos con la Ley de Bioseguridad (Ley 11.105/2005), Brasil se sumó a la lista de países que discuten la prohibición de la carne cultivada. La Ley de Bioseguridad estableció normas y mecanismos de inspección para estimular el avance científico en el área de la biotecnología. Después de 18 años, su constitucionalidad acaba de ser declarada por el Supremo Tribunal Federal (STF) en la Acción Directa de Inconstitucionalidad (ADI) 3.526, que había sido discutida durante todo este tiempo.

João Emmanuel Cordeiro Lima, socio de Nascimento y Mourão Advogados, representó a la Asociación Brasileña de Bioinnovación (ABBI) en la ADI 3.526. Confiesa que le sorprendió el proyecto de ley 4.616/23 que pretende prohibir la carne cultivada, aunque considera que el segmento aún está en fase embrionaria.

“Esta iniciativa de intentar cerrar la puerta, incluso antes de que tengamos algún efecto práctico en la economía, es sorprendente. El proyecto legal no solo prohíbe la investigación, sino que la criminaliza. Nuestra evaluación es que este proyecto, de ser aprobado, estaría destinado a que se reconociera su inconstitucionalidad", refiere.

El abogado precisa que en el artículo 5 de la Constitución Federal, fracción IX, hay una disposición muy clara de que la regla en materia de desarrollo de la investigación es la libertad. Y como derecho fundamental solo podrían restringirlo, eventualmente, para salvaguardar otro derecho fundamental.

"Entendemos que la intención es proteger el mercado. Es una visión miope, que no impedirá que el resto del mundo investigue”, analiza.


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Regulación que aleja las inversiones

Alexandre Cabral, vicepresidente de Políticas Públicas del Good Food Institute (GFI), una organización no gubernamental que trabaja para acelerar la innovación en el sector de las proteínas alternativas, revela que el proyecto de ley 4.616/23 lo mantiene despierto por la noche:

“No hemos visto nada más en las últimas dos semanas. Hay interés de parte de la agroindustria brasileña, especialmente de los ganaderos, en debilitar el sector de proteínas alternativas y carnes cultivadas. Cada proyecto legal en Brasil requiere un largo período de procesamiento, que va desde un año hasta toda la vida. Trabajamos para que esto no prospere. Este proyecto de ley es un obstáculo para la innovación y no podemos olvidar que la agricultura es lo que es gracias a mucha innovación, gran parte de ella traída por Embrapa. Si está prohibido en Brasil, JBS no cancelará la inversión, simplemente lo hará en otro país”.

De hecho, JBS ya opera en el sector de la carne cultivada en otros países, en particular en España, donde está construyendo, en la ciudad de San Sebastián, la mayor fábrica de proteína de vacuno cultivada del mundo. Esta inversión se realiza a través de Biotech Foods, de la que JBS es accionista controlador con una participación del 51 %. Con un costo de 41 millones de dólares, la empresa pretende producir hasta 4.000 toneladas anuales. BRF también ha invertido en la startup israelí Aleph Farms.

A diferencia de la “carne” de origen vegetal, la carne cultivada es carne real, producida simplemente a partir de células animales. El proceso comienza con una biopsia que, generalmente, se toma de un animal vivo. Las células de una biopsia se pueden cultivar en volúmenes ilimitados de carne. Para ello, se coloca una muestra de estas células en un medio de crecimiento que proporcione los nutrientes necesarios para que las células se multipliquen. Posteriormente, estos cultivos celulares se colocan en un biorreactor, donde las células se multiplican, exactamente como lo harían en un animal. La fábrica parece una cervecería, con hileras de grandes tanques de acero inoxidable.

Federico Cunha, presidente de la Comisión de Derecho Agroalimentario y Nutricional de la Ordem dos Advogados do Brasil/Distrio Federal, considera que el proyecto de ley 4.616/23 viola “flagrantemente” el principio de libre empresa, “tanto el inciso IV del artículo 1 como el artículo 170 de la Constitución Federal”.


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El autor del proyecto, el diputado Tião Medeiros, no oculta que una de sus principales preocupaciones es la protección de los ganaderos. Reconoce que “la carne cultivada en laboratorio ha sido aclamada como la próxima gran revolución alimentaria”, pero advierte:

“Para los países con grandes rebaños de ganado, como Brasil, esta 'revolución' puede ser más una amenaza que una oportunidad".

Protección de la salud y el medio ambiente

También sostiene que “en cuanto a la salud humana, todavía hay muchas incógnitas sobre los efectos a largo plazo del consumo de carne cultivada”. De hecho, esto es una preocupación para los reguladores de los países que ya están investigando el tema y ​​también para los propios productores, hasta el punto de que no se espera que la carne de mamut llegue al mercado.

“Como se trata de una proteína extinta, pasará algún tiempo antes de que podamos garantizar que la carne de mamut sea segura y saludable”, explica Vow Food.

Sin embargo, comer carne de animales criados a la antigua usanza provoca algunos daños a la salud que ya han sido ampliamente investigados. Según el GFI, en 2019 murieron 1,27 millones de personas debido a la resistencia a los antimicrobianos adquirida a través del consumo de carne y las estimaciones para 2050 son 10 millones de muertes. Esto se debe a que los antibióticos con los que se tratan los animales extenderían sus efectos a las personas que los consumen, generando mayor resistencia en las bacterias.

Medeiros también llamó la atención sobre el impacto ambiental:

“Aunque la carne cultivada a menudo se promociona como una alternativa ‘más ecológica’, aún se desconoce su verdadero impacto ambiental. Algunos estudios sugieren que la producción de carne cultivada puede ser, incluso, más dañina para el medio ambiente que la ganadería tradicional”.


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En este punto, sin embargo, los datos parecen contradecir aún más la justificación del proyecto legal. La producción de proteína animal genera el 17 % de las emisiones de CO2. Del total de proteínas producidas en Brasil, incluyendo animales y vegetales, solo 16 % se utiliza para el consumo humano, mientras que el 80 % se utiliza únicamente como alimento. Se necesitan 165 metros cuadrados de pasto para producir un kilogramo de carne, lo que equivale a 6,5 ​​kilómetros cuadrados de pasto por año, por brasileño. De ahí que el 80 % de las áreas deforestadas en la Amazonia se utilicen para pastos. Del total de la superficie terrestre del planeta, el 30 % está ocupada por la ganadería. De las tierras agrícolas, el 70 % se utiliza para producir piensos para animales. Del consumo mundial de agua, el 70 % se destina a la agricultura. Todo esto para utilizar solo el 36 % en forma de carne en relación con el peso total de un bovino.

Juan Sasson, de Lima Feigelson Advogados, calcula que cuando se promueven las carnes cultivadas en laboratorio, en definitiva, también se incentiva una menor deforestación.

“Por otra parte, el proyecto de ley introduce una disposición en la Ley 11.105/2005, que tipifica las conductas administrativas ilegales, imponiendo una multa. La principal ley al respecto no prohíbe este tipo de actividad. Entonces, ¿se necesita un proyecto legar para insertar esto en una ley que trae buenas prácticas internacionales y fomenta la investigación científica?”, pregunta.

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