Liderazgo femenino: un cambio de paradigma

Liderazgo femenino: un cambio de paradigma
Liderazgo femenino: un cambio de paradigma
Fecha de publicación: 11/04/2017
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Mucho se habla de la brecha salarial entre hombres y mujeres, de la ausencia de éstas en puestos de alta dirección y del contraste entre el elevado porcentaje con grados académicos y profesionales versus la baja presencia en los niveles más altos de la jerarquía laboral.


En Chile, cada año el número de mujeres graduadas de carreras universitarias supera al de los hombres. En el ámbito privado y a nivel mundial, el porcentaje promedio de participación de la mujer en cargos de liderazgo es, en el mejor de los casos, inferior al 50 %. Por algún motivo, su desarrollo profesional se ve estancado. ¿Cuál está siendo la piedra de tope?


Hasta ahora la discusión se ha centrado en factores externos, que muchas veces incluso victimizan a la mujer, culpando a la sociedad y a tendencias como el machismo. Sin embargo, ha comenzado a tomar fuerza una teoría que dice lo contrario: nos hace responsables a nosotras mismas de esta realidad. Las mujeres somos parte del problema y no nos estamos haciendo cargo de la solución.


Esta afirmación podría ser criticada por un grupo obstinado en responsabilizar a otros de esta realidad, pero en el fondo incluso ese sector deberá aceptar que resulta innegable reconocer en nosotras ciertas particularidades: las mujeres tendemos a subestimar nuestras habilidades. Consideramos que nuestras diferencias en términos de capacidades tienen menos valor.


Resulta fundamental convencernos de que somos poseedoras de destrezas complementarias y distintas a las de los hombres. Muchas veces somos nosotras mismas quienes las miramos en menos o nos consideramos en desventaja, cuando en realidad pueden ser nuestros mayores activos. Cualidades como la curiosidad, la capacidad para escuchar, empatizar, nuestro espíritu de servicio y la perseverancia son aptitudes esenciales para el desarrollo de un proyecto profesional, pues otorgan una visión distinta y muy necesaria en cualquier actividad.


Asimismo, se ha detectado que el acercamiento al éxito también es abordado de manera distinta por un género y otro: mientras las mujeres atribuyen su éxito profesional al trabajo excesivo, a la suerte o, incluso, a la ayuda de otros, los hombres lo hacen a su talento.


La tarea entonces está en desarrollar un nuevo liderazgo, además de complementar el que ya existe. Como respuesta a lo anterior, ha proliferado durante el último tiempo una serie de organismos destinados a la interacción y promoción del liderazgo femenino, pues se dice que la primera regla para su impulso es abrir la puerta a otras mujeres. La colaboración y el intercambio entre éstas es esencial para potenciar su empoderamiento, por lo que la existencia de grupos tendientes a este objetivo es clave.


En Chile, grupos como Comunidad Mujer y Mujeres Empresarias fueron precursores, orientando a mujeres en su desarrollo profesional y, al mismo tiempo, generando una transformación cultural. Otras agrupaciones que promueven la participación en sectores específicos son Girls in Tech y Laboratoria, entre otras.


A nivel global son destacables The Vance Center Women in the Profession Program (WIP) y Women in IP Law, comité organizado por la American Intellectual Property Association. WIP enfoca sus esfuerzos en el fomento de la diversidad y la inclusión de la mujer en los diferentes niveles de la profesión legal en América Latina, con un marcado énfasis en promover el liderazgo entre sus miembros. Esta organización realiza varios eventos durante el año, en cada uno de los países que forma parte, permitiendo a sus miembros contar con una plataforma para el intercambio de ideas y guía en la consecución de sus objetivos.


Women in IP Law, por su parte, centra su misión en la toma de conciencia y comprensión de las cuestiones de la mujer en el ámbito de la Propiedad Intelectual. El movimiento difunde contenido para facilitar el desarrollo profesional y empoderamiento de sus miembros.


El desarrollo de actividades que permitan el intercambio entre pares o entre quienes comparten un objetivo común es esencial. Las iniciativas que promueven el empoderamiento femenino no son la excepción, pues entregan herramientas para reforzar ideas y transformarlas en acción. En una era donde la colaboración gana protagonismo frente a la competencia, el aislamiento es el peor enemigo del desarrollo. Y como hemos visto, cada uno es responsable de forjar su propio desarrollo y hacer notar el valor que genera la diferencia que se aporta en cada organización.

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