De acuerdo con el monitor de flujos de salida de la Inversión Extranjera Directa de China (outward foreign direct investment - OFDI) realizada por la Red ALC-China en plena pandemia, el país asiático aceleró sus inversiones en América Latina y el Caribe, convirtiéndose en la tercera fuente de inversión en las economías de la región. Entre 2015 y 2020, empresas privadas y paraestatales invirtieron alrededor de 74.850 millones de dólares en los países latinos.
En particular, China se enfocó en tres economías durante la pandemia: Chile, Colombia y México. Estos concentran cerca del 77 % de su inversión. En comparación, entre 2010 y 2014 Argentina y Brasil atrajeron 6 de cada 10 dólares invertidos por empresas chinas en Latinoamérica.
Aunque en 2020 hubo un retroceso del 51 % con respecto de 2019, los inversionistas asiáticos aprovecharon la coyuntura de la crisis sanitaria para mantener las fusiones y adquisiciones de empresas de origen latinoamericano. Desde hace tres años, estas empresas han sostenido un ritmo de inversiones que alcanzaron los 11.000 millones de dólares.
De tal modo, China se perfila para ser el principal socio comercial de América Latina y el Caribe por encima de Estados Unidos, según el Foro Económico Mundial (World Economic Forum -WEF), en menos de 15 años.
¿En qué sectores se espera que apuesten los chinos? Para Susana Muñoz, presidenta de la Cámara Mexicana de Comercio en Hong Kong, la inversión china se encuentra en su ‘cuarta ola’ que está enfocada en los sectores logísticos, de servicios, telecomunicaciones y transporte; aunque hay algunos países como Chile, en los que las actividades económicas primarias continúan siendo prioridad.
“Durante la postpandemia se va a incrementar esta inversión asiática y no únicamente por la crisis sanitaria, también estará impulsada por la guerra comercial entre China y Estados Unidos”, apunta Muñoz en entrevista para LexLatin.
Huawei, ZTE, Didi y Alibabá son solo algunas de las empresas de esta cuarta oleada de inversión que están instalándose en territorio latino y, de acuerdo con Muñoz, no solo como parte de la diversificación territorial de sus inversiones, sino también para dotar de tecnología, necesaria para poder mantener sus capitales, a los países de la región.
México
Una de las economías que más ha llamado la atención del capital chino es la mexicana. Durante el año pasado la relación comercial se afianzó: 2020 fue el segundo año con mayor inversión extranjera directa proveniente de ese país en las últimas dos décadas. El monto ascendió a 319 millones de dólares canalizados principalmente en sectores como el automotriz y electrónico.
Aunque la inversión china ha ido en aumento, el país está en desventaja por la falta de una agenda de inversiones, la eliminación de la oficina de atracción de capital, específicamente chino, y el diseño de un plan de proyectos apetecible para sus inversionistas.
Luis Enciso, especialista en inversiones con China y quien además fue representante comercial de la Secretaría de Economía mexicana en ese país, indicó que la creación de un Tratado de Libre Comercio con China es una pendiente, además de la profesionalización del personal que se dedica a atraer inversiones de esa nación. Por otro lado, coincide con Susana Muñoz al calificar el marco regulatorio mexicano como favorable.
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Enciso detalla que para atraer más capital chino es necesario mejorar los incentivos fiscales para la instalación de empresas en México, además de presentar estudios técnicos, ambientales y planes maestros para el desarrollo de obras de infraestructura. “En manufactura, por ejemplo, para atraer capital se necesita mejorar los incentivos fiscales al inversionista y una estrategia de promoción dirigida a las empresas, especialmente a las afectadas por la guerra comercial, en sector autopartes-electrónica”, precisó Enciso.
A decir de Muñoz, quien estuvo detrás de la instalación de Bimbo en China, una de las panificadoras más grandes del mundo y de origen mexicano, se debe crear un organismo de gobierno que guíe la estrategia comercial con el país asiático, como lo hacía ProMéxico, una oficina de atracción de capital que fue eliminada al inicio del gobierno del actual presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
“Tenemos todas las facilidades para recibir esa inversión, pero falta comunicarlo y traducirlo a cada país, la agenda que queremos con China no es la misma que necesitamos con Tailandia”, remarca Muñoz.
Chile
En octubre de 2006 el Tratado de Libre Comercio entre Chile y China entró en vigor y en 2019 se publicó su protocolo de modernización para acelerar las inversiones. Según datos de la Subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales (Subrei), entre enero y junio del año en curso las exportaciones chilenas hacia China sumaron un valor de 45.377 millones de dólares y las importaciones un total de 40.017 millones de dólares.
La incursión corporativa de China se ve en bancos, empresas de generación eléctrica, mineras y otras. En las últimas dos décadas, según datos de Red ALC-China, el país suramericano ha acumulado inversiones de capital chino por más de 11.261 millones de dólares. Para Chile, China es su principal socio comercial en cuanto a mercancías como el vino, el salmón y las frutas.
Alberto Cardemil, líder del China Desk en el despacho Carey, señala que las relaciones de inversión en Chile se concretaron en el último lustro después de una larga relación comercial. Las empresas de capital chino fueron adquiriendo participaciones, principalmente en el sector energético y en el minero.
Cardemil destaca que tanto la apertura y un marco regulatorio amable permite a las empresas, paraestatales o privadas de origen chino, invertir sin preocupaciones en transporte, energía y recursos naturales.
Además, las restricciones a inversiones chinas en países asiáticos y europeos propiciaron una mayor presencia de capital de esa nación en Chile. “Los clientes chinos creen que la institucionalidad en Chile será adecuada, se sienten cómodos proyectando su presencia en el largo plazo, también para los orientales existe en Chile una ventaja estratégica a partir del comercio chileno hacia el mundo, particularmente dentro del contexto latinoamericano, detalla Cardemil.
La presencia es tan importante que dos de las empresas más grandes de distribución eléctrica son controladas por la nación asiática, una situación que prendió algunas alarmas en la política nacional. Al respecto, Juan Tagle, socio de la firma Prieto Abogados, expone que tal situación no representa un riesgo mayor debido a la fuerte regulación del sector energético y que, al respecto de restringir la presencia de empresas extranjeras, como se discutió en algún momento, ni siquiera hay un proyecto de ley sobre ello.
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Chile se encuentra en un proceso de reconstrucción constitucional, su Carta Magna fue promulgada durante la dictadura militar de Augusto Pinochet. Ni para Cardemil ni para Tagle la inestabilidad de este proceso constituyente desanimará el interés de las empresas chinas por invertir en la economía chilena, sino que es considerada como una oportunidad de consolidación.
En vías de una mejor relación comercial, Cardemil menciona refuerzos en el marco regulatorio para ofrecer incentivos fiscales, al mismo tiempo de aprovechar el desarrollo tecnológico chino y migrar, poco a poco, de la inversión en recursos naturales al desarrollo de nuevas tecnologías.
Perú
En medio de la inestabilidad política luego del ingreso de un gobierno de izquierda al Ejecutivo, liderado por Pedro Castillo, las empresas chinas buscan oportunidades.
La relación comercial entre ambas naciones es larga y se remonta a finales del siglo XIX. La primera gran inversión de origen asiático se consolidó en 1992, con la compra de Hierro Perú, por parte del consorcio chino Shougang.
Después de esta adquisición, a decir de Luis Carlos Rodrigo, socio de Rodrigo, Elías & Medrano, la presencia china avanzó, sobre todo en el sector minero. También destacó la creación de Chinalco, una filial de la principal productora de aluminio en China.
“Hay diversidad en las inversiones y ese es el panorama de los últimos años: hay interés en todo lo relacionado con construcción e ingeniería. Los chinos, como los demás inversionistas extranjeros, están tratando de desarrollar sus actividades en la pandemia”, precisó Rodrigo en entrevista.
La relación comercial de ambos países ha sido una de las más fuertes de la región durante la crisis financiera ocasionada por la pandemia. Liang Yu, embajador de China en Perú, aseguró en el marco de los 10 años del TLC entre China y Perú, que el intercambio de mercancías entre ambos países aumentó 44 %.
Yu aseguró, durante el encuentro, que “Perú se ha convertido en el destino preferido de las inversiones de empresas chinas en AL”. Sin embargo, desde entonces, las condiciones políticas en Perú han cambiado y han puesto algunos obstáculos a la relación comercial con el país asiático.
Hasta hace un mes, no existía un control de fusiones y adquisiciones en el Perú, y con el nuevo Gobierno, las reglas de inversión podrían modificarse, de nuevo. No obstante, Rodrigo dijo que los inversionistas chinos no tienen aversión al riesgo en comparación con lo que sucede con otros capitales o empresas con presencia en Perú.
“Hasta el momento Perú es muy abierto a las inversiones extranjeras, no ha habido control de fusiones hasta hace un mes, no hay una regulación en general restrictiva, sino es muy abierto todo, facilita la inversión y China tiene una estrategia de acceder e invertir en recursos naturales”, detalla Luis Carlos Rodrigo.
En las últimas dos décadas, la inversión de capital chino sumó más de 15.704 millones de dólares en Perú, con fuertes inyecciones de capital en el sector minero. Por ahora, de acuerdo con Rodrigo, el principal reto de esta nación es mantener las reglas claras para la inversión extranjera.
“Para la inversión china esta es una oportunidad porque otros inversionistas ven con preocupación las modificaciones constitucionales de este Gobierno (de Castillo). Se necesita, sobre todo, que se mantengan las reglas tan claras”, expresa Rodrigo.
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