Intimidación y acoso sexual en la profesión jurídica

Aún es problemática la Intimidación y el acoso sexual en la profesión jurídica
Aún es problemática la Intimidación y el acoso sexual en la profesión jurídica
Las mujeres se han visto desproporcionadamente más afectadas por estos comportamientos, los lugares de trabajo dominados por hombres son nichos de mayores probabilidades para experimentarlos
Fecha de publicación: 05/03/2020
Etiquetas: Mujeres, acoso

"Los hombres en el trabajo son 'abiertamente feministas' pero sus conductas reflejan poco respeto por las mujeres, tanto en el tema sexual, con comentarios indebidos sobre el cuerpo de las mujeres, como en términos profesionales, con comentarios del tipo 'se queja porque es mujer' y 'se enojó porque está en sus días'”.

"Yo era becaria en un juzgado. Un día, el juez intentó besarme en su despacho. Durante mucho tiempo me eché la culpa, tratando de descubrir cómo había permitido que esto ocurriera”.  

La primera cita es de una abogada de México, la segunda de una jueza en Brasil. Estos son solamente dos de los miles de comentarios que recogió la International Bar Association (IBA) para hacer conocer los alcances del tema a nivel internacional. 

En el año 2017, la IBA llevó a cabo la encuesta más extensa jamás realizada sobre la intimidación y el acoso sexual en la profesión jurídica. Participaron casi 7.000 profesionales legales de 135 países procedentes de todo el abanico de la profesión jurídica: abogados en bufetes, in-house, miembros de la judicatura, fiscales y demás profesionales de la abogacía en la Administración Pública.

Los resultados de esta encuesta se recogieron en un informe publicado por la IBA en mayo del año pasado. Las cifras nos confirman que estos inaceptables comportamientos están muy presentes en los lugares de trabajo de carácter jurídico. Una de cada dos encuestadas y uno de cada tres encuestados declararon haber sufrido intimidación y una de cada tres encuestadas y uno de cada catorce encuestados declararon haber sufrido acoso sexual en sus lugares de trabajo o en un contexto laboral. 

El informe también nos muestra que estos comportamientos no pertenecen al pasado. El 36 % de los casos de intimidación y el 26 % de los acosos sexuales ocurrieron apenas dentro de los 12 últimos meses anteriores a la realización de la encuesta. 

Estos son, a grandes rasgos, los números de los hechos que han salido a la luz gracias a esta encuesta. Ahora se sabe que el 57 % de los casos de intimidación y el 75 % de los acosos sexuales nunca fueron denunciados.

Respecto a Latinoamérica, la IBA obtuvo respuestas de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica y México. Los cuestionarios fueron distribuidos a través de los colegios de abogados asociados a la IBA. Para que los resultados fueran sólidos, se debieron recibir cien o más respuestas. 15 países alcanzaron este umbral. Entre estos, Costa Rica, con 165; Chile, con 161 y Brasil, con 129 respuestas. El informe, además, entra a comentar brevemente los datos de Brasil y Costa Rica.

En Costa Rica, 65,7 % de los profesionales legales declararon haber sufrido intimidación. Dicho de otro modo, casi dos tercios de los encuestados en Costa Rica han sufrido intimidación, 20 puntos por encima de la media global de la encuesta. El 34,8 % de los profesionales encuestados dijeron haber sufrido acoso sexual (52 % mujeres y 17 % hombres), cifras también muy superiores a la media global. Los números son muy altos, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de un país con menos de cinco millones de habitantes. Lo cierto es que estos comportamientos están recibiendo cada vez más atención en el país debido a acusaciones públicas de intimidación y acoso sexual contra varios funcionarios en los últimos años.

El 74 % de quienes respondieron la encuesta en Brasil, fueron mujeres y el 26 % hombres. El 45,2 % y el 21,4 % de los encuestados afirmaron haber sufrido intimidación y acoso sexual, respectivamente. En Brasil, hay opiniones para todos los gustos: unos piensan que los movimientos antiacoso socavan la cultura brasileña de cercanía e informalidad que caracteriza los lugares de trabajo brasileños. Otros creen necesario un cambio, al menos en las oficinas. El 35 % de los encuestados en Brasil señalaron que en su lugar de trabajo cuentan con políticas específicas sobre intimidación o acoso sexual, un porcentaje algo menor que la media global. 

En Chile, el 59 % de las mujeres encuestadas y el 25 % de los hombres consultados declararon haber sufrido intimidación. 35 % de las mujeres y ningún hombre revelaron haber sufrido acoso sexual en el entorno laboral.

Respecto a Argentina, el 54 % de las mujeres y el 11 % de los hombres dijeron haber sufrido intimidación. El 11 % de las mujeres y el 6 % de los hombres fueron víctimas de acoso sexual.

Es difícil sacar un conclusión que sirva para explicar las cifras de todos los países de Latinoamérica. En Brasil, por ejemplo, hay muchas mujeres en puestos de responsabilidad en los bufetes de abogados. No obstante, se echa en falta a personas con tonalidades de piel oscuras o de origen indígena. En Buenos Aires, los abogados más jóvenes podrían comentar, entre risas, que sufren intimidación por parte de sus superiores todos los días. La abogacía en Chile sigue siendo una profesión conservadora y dominada en su mayoría por hombres. 

Podemos afirmar que los países latinoamericanos siguen siendo sociedades fundamentalmente dominadas por hombres y, por tanto, denunciar estos comportamientos se ve con cierta extrañeza. 

A nivel global, los países que tienen mayores cifras tanto de intimidación como de acoso son Canadá, Australia, Sudáfrica y Costa Rica. En este momento es cuando tiene sentido mencionar la llamada paradoja de la percepción, que no es otra cosa que tener en cuenta la subjetividad que ha caracterizado y caracteriza este tipo de encuestas. 

Tomemos en cuenta, además, otras dos variables. Por un lado, el informe constata que las mujeres se han visto desproporcionadamente más afectadas por estos comportamientos que los hombres. Por otro lado, muchas investigaciones indican que los lugares de trabajo dominados por hombres tienen más probabilidades de experimentar estos comportamientos. 

Puede parecernos extraño que un país como Australia (en donde el 61,4 % ha sufrido intimidación y el 29,6 % acoso) tenga mayores índices de intimidación y acoso que Rusia (el 27,8 % ha sufrido intimidación y el 11,5 % acoso). Las cifras en Australia y en Rusia reflejen la realidad. No obstante, puede ocurrir que en países como Australia exista una mayor concienciación social sobre estos comportamientos, un mayor número de lugares de trabajo con políticas y formación implantadas y una menor desigualdad de género. Esto hace que las personas estén mejor capacitadas para reconocer estos comportamientos en ellos o en sus compañeros de trabajo y, por tanto, se sientan empoderadas a la hora de denunciar. Lo que para una persona en un país determinado puede constituir intimidación o acoso, puede no serlo para otra. Todo dependerá de donde viva y del contexto sociocultural en el que se desenvuelva. La percepción es subjetiva y es por esto que el elemento cultural es clave para entender la problemática a la que nos enfrentamos.

La IBA quiso dar a conocer los resultados de esta encuesta elaborando el informe ¿Nosotros también? La intimidación y el acoso sexual en las profesiones jurídicas. Su autor, Kieran Pender, ha viajado a 30 ciudades, entre ellas, Ciudad de México, Bogotá, São Paulo, Buenos Aires y Santiago de Chile. 

En colaboración con los colegios de abogados, ha reunido a abogados, jueces, fiscales y profesionales de la Administración Pública, a la profesión jurídica en general, en cada una de estas ciudades, en una misma mesa, para hablar sobre estos comportamientos y conseguir denunciar una situación hasta ahora oculta por algunos y negada por otros. En el mes de junio, se celebrará en Londres una mesa redonda de expertos en la que el autor del informe compartirá sus reflexiones. 

Ahora ya tenemos los datos que nos permitirán dejar de mirar hacia otro lado. El informe articula 10 recomendaciones: aumentar la concienciación; revisar o implantar las políticas y estándares; introducir formación periódica y adaptada a los lugares de trabajo y al contexto sociocultural; fomentar el diálogo, compartir buenas prácticas, recopilar datos y aumentar la transparencia; explorar modelos de denuncia más flexibles; comprometerse con los miembros más jóvenes de la profesión; entender que estos comportamientos no ocurren de manera aislada y mantener el impulso que el movimiento #MeToo nos ha proporcionado. No debemos dar por hecho que el cambio es inevitable. 

Las cosas sin duda han cambiado mucho de unos años a esta parte. Hemos de seguir avanzando en políticas y formación ya que la mera existencia de las mismas aumenta la concienciación social y precisamente esta recomendación es probablemente la que más convence.

*Beatriz Martínez es miembro de la Unidad de Política Jurídica e Investigación de la International Bar Association

*Ilustración de Laura Barocio

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