El concepto ESG necesita ser desmitificado, muchos aún lo confunden con las reglas de cumplimiento. Lo crucial es que los criterios ESG engloban prácticas que van más allá del mero cumplimiento de las normas legales o del cumplimiento de los códigos internos de las empresas y, ¡cuidado!, el mercado está al tanto del Greenwashing, Pinkwashing y Whitewashing.
Actualmente, vivimos un momento de transición de una cultura de cumplimiento a una cultura de integridad, yendo más allá del cumplimiento de códigos y leyes, hacia el cómo “hacer lo correcto”; orientando los negocios con ética y sustentabilidad, especialmente en lo relacionado con los stakeholders en el negocio de la empresa.
Desde el punto de vista legal, las leyes obligatorias sobre ESG aún son escasas, pero existen numerosas guías y recomendaciones para la adhesión a estas buenas prácticas, que revelan impactos financieros y reputacionales para las empresas que ignoran el tema o lo conducen de manera inapropiada.
Para definir lo que es o no es el concepto ESG es importante entender que sirve para evaluar la inserción de las empresas en la sociedad, sus impactos socioambientales y vulnerabilidades. A partir de ello, se deben construir indicadores y metas objetivas que integrarán la toma de decisiones. Se pretende evitar riesgos para capturar oportunidades de negocio. Por lo tanto, los criterios ESG están lejos de ser lineales: implican un cambio en el rol de la empresa, en el sistema social.
Si bien las organizaciones aún están muy enfocadas en el pilar ambiental, las iniciativas dentro del eje 'S' (de 'social'), también han recibido mucha atención y evolucionado en debates importantes en el mercado, abarcando la relación con los empleados, el cuidado de la salud y seguridad en el ambiente de trabajo, los derechos humanos, la promoción de la diversidad y la relación con la comunidad local.
El eje 'S' tiene como objetivo implementar relaciones sostenibles, alcanzando los objetivos de la Agenda 2030 de la ONU y el Decreto 9.571/2018, que establece los Lineamientos Nacionales sobre Empresas y Derechos Humanos.
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Mercado brasileño
En Brasil, los fondos de inversión ya han señalado que van a ceder ante la presión de los movimientos internacionales para que las empresas brasileñas se adhieran a las prácticas ESG, luego de un informe de PwC que concluye que para 2025, el 57 % de los activos de inversión en Europa serán asignados a fondos que cumplen con los criterios ESG, lo que representa USD8,9 billones, frente al 15,1 % a fines del año pasado.
Además, el 77 % de los inversores encuestados por PwC dijo que planea dejar de comprar productos que no sean ESG en los próximos dos años.
También vale la pena señalar que B3 creó el índice de desempeño de gobernanza (IGCT), CO2 y sustentabilidad corporativa (ISE), que sirve para analizar y calificar empresas comprometidas con temas de responsabilidad y sustentabilidad.
A modo de ejemplo, los últimos cuestionarios ISE han incluido las prácticas laborales y la dimensión del capital humano en las empresas, incluyendo preguntas sobre seguridad y salud en el trabajo (SST), seguimiento interno y prevención de casos de acoso moral, sexual, racismo, LGTBI fobia y otras formas de discriminación contra sus empleados y trabajadores subcontratados.
En ese sentido, las acciones institucionales de la CVM están alineadas con las iniciativas ESG, dando origen a la edición de la Resolución CVM 59, ampliando el conjunto de informaciones ESG en el formulario de referencia.
Así, aunque no existe una legislación específica relacionada con ESG, el tema es abordado directa e indirectamente por las normas internas de los órganos de control, así como por la escasa legislación que exige una posición de las empresas públicas y privadas dentro de estos pilares.
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¿Cómo puede mi empresa implementar un programa ESG?
El programa ESG propone la implementación de soluciones prácticas y personalizadas, partiendo de un camino iniciado con la nivelación de expectativas de la alta dirección.
El liderazgo debe profundizar en las fortalezas y vulnerabilidades dentro de la gestión de ESG, con énfasis en las que ya están afectando el negocio de la empresa. Por ello, para fomentar la implicación de directivos y altos directivos, las grandes empresas han vinculado un plan de retribución variable a la consecución de objetivos no económicos vinculados a la sostenibilidad.
En este sentido, las grandes empresas, la mayoría listadas en B3, han venido adoptando un plan de compensación variable, como bonos para sus ejecutivos vinculados al cumplimiento de metas que incluyen sistemas de control interno para medidas anticorrupción y antisoborno; el aumento del porcentaje de mujeres y personas negras en puestos gerenciales, directivos y de primer nivel (C-level); la reducción de los niveles de emisión de gases de efecto invernadero y la gestión de residuos sólidos; intolerancia ante casos de acoso sexual dentro de las organizaciones; reducción del número de casos de enfermedades y accidentes de trabajo; cambios en los impactos negativos de la actividad empresarial en la comunidad local; evaluación del potencial del territorio y fomento de cadenas de valor en torno a él.
Específicamente en el eje social, se recomienda comenzar con un diagnóstico de gestión para comprender cómo la empresa enfrenta los temas sociales, identificar riesgos reputacionales y cómo va la relación con los empleados. No se puede negar que este mapeo interno puede llevar a conclusiones incómodas en las que se pone en jaque a la propia cultura organizacional.
Solo a partir de este diagnóstico se podrán definir las prácticas a implementar, realizando un due diligence de riesgos reputacionales, un estudio de impacto en la comunidad local, llegando incluso al análisis de un programa de permisos parentales que promueva la equidad de género. Es decir, el resultado de esta inmersión puede dar lugar a numerosas posibilidades dentro de los factores ESG.
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Siguiendo el panorama global, es posible prever un ambiente regulatorio dentro de los pilares ESG, sin olvidar las reglas vigentes que atraviesan el tema, dejando en claro que estar preparado colocará a la organización en otro nivel de confiabilidad e integridad ante inversionistas, empleados, consumidores y la sociedad.
Por lo tanto, una postura proactiva dentro de los pilares del concepto ESG es más que necesaria. Las empresas necesitan absorber el tema ESG como una nueva forma de “hacer negocios”, condición decisiva para mantenerse en un mundo con tantos cambios e incertidumbres.
*Fernanda Perregil es especialista en derecho laboral, ESG y diversidad en Innocenti Advogados. Es vicepresidenta de la Comisión de Leyes contra la Discriminación del Instituto de Abogados de São Paulo (IASP, por sus siglas en portugués).
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