La desmilitarización de Ucrania y la declaratoria de soberanía para Crimea —según informaban fuentes cercanas a Emmanuel Macron, presidente de Francia— serían los términos para que Moscú considere una declaratoria de paz.
Los pormenores, aún no oficiales, se derivan del primer diálogo llevado a cabo en Bielorrusia, donde ambas partes, Ucrania y Rusia, enviaron representantes. Mientras este encuentro ocurría se registraban nuevas explosiones cercanas al centro de Kiev, la capital de Ucrania, y en Járkov, segunda ciudad más grande del país. Para entonces, el Secretario de la Asamblea General de la ONU, António Guterres, condenaba vía Twitter, la tragedia humanitaria y calificaba inconcebible la idea de un conflicto nuclear.
Desde Moscú, el presidente Vladimir Putin había anunciado mantener su fuerza nuclear en alerta máxima.
We are facing a tragedy for Ukraine, but also a major regional crisis with potentially disastrous implications for us all.
— António Guterres (@antonioguterres) February 28, 2022
The mere idea of a nuclear conflict is simply inconceivable.
Nothing can justify the use of nuclear weapons.
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Este tenso panorama ha supuesto sanciones comerciales, financieras (como el bloqueo al Swift) y geopolíticas contra Rusia y directamente contra Vladimir Putin (hasta ahora dichas sanciones provienen de la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido, Suiza, Japón, Australia, Taiwán e incluso organismos como la FIFA y la UEFA, que expulsaron a los equipos de fútbol rusos). El anuncio más reciente es el cierre del espacio aéreo para todo vuelo civil, comercial y jets privados por parte de la Unión Europea.
First, we are shutting down the EU airspace for Russian-owned, Russian registered or Russian-controlled aircraft.
— Ursula von der Leyen (@vonderleyen) February 27, 2022
They won’t be able to land in, take off or overfly the territory of the EU.
Including the private jets of oligarchs. pic.twitter.com/o551M9zekQ
En contraparte Rusia ha hecho igual declaratoria, incluyendo a Canadá, Reino Unido, Finlandia, las Islas Vírgenes y la colonia británica de Gibraltar. El impedimento del pase por Canadá ha provocado la cancelación de vuelos a varios destinos en EE.UU. y Latinoamérica. A esto cabe agregar el cierre de un tramo marítimo del Mar Negro por parte de Turquía para evitar una mayor escalada en el conflicto; la declaratoria del gobierno suizo de congelar la cuentas y activos de Vladimir Putin, del primer ministro Mijaíl Michoustine, de su ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y de otros miembros de su gobierno.
Los frentes en derecho internacional
El derecho internacional se ha activado en dos frentes: el Consejo de Seguridad y la Corte Internacional de Justicia. El primero se encuentra en el epicentro de las tensiones, el segundo acaba de incorporarse el día de ayer.
Luego de tres sesiones (la ofensiva rusa lleva cinco días consecutivos), el Consejo de Seguridad, organismo de las Naciones Unidas encargado de actuar en este tipo de circunstancias, no prospera en sus intentos de persuadir a la Federación Rusa de un alto al fuego y el retiro de sus tropas de territorio ucraniano. Rusia es uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad con derecho a veto, prerrogativa ejercida el último viernes para evitar la aprobación de la resolución que le obligaba a retirarse de Ucrania.
Esta votación, en la que participaron sus 15 miembros, registró tres abstenciones por parte de China, Emiratos Árabes y la India, y el resto de votos a favor. Entre los países miembros no permanentes figuran, por un periodo de dos años, México (hasta el 2022) y Brasil (hasta el 2023). De acuerdo con la Carta de la ONU, que rige a los países miembro, lo que determina el Consejo es de carácter vinculante, por ende debe cumplirse de manera obligatoria. Esto no pasa con lo que determina la Asamblea General.
En tal caso, la alternativa es acudir a la Corte Internacional de Justicia, que está facultada para la atención de controversias o la emisión de dictámenes consultivos. Los estados miembros deben acatarlos, pero su rigor —muchas veces en la práctica— queda en términos diplomáticos, con posibilidad de ser reabiertos para su discusión por el Consejo de Seguridad. El domingo 27, Ucrania ya ha acudido a esta vía.
Ukraine has submitted its application against Russia to the ICJ. Russia must be held accountable for manipulating the notion of genocide to justify aggression. We request an urgent decision ordering Russia to cease military activity now and expect trials to start next week.
— Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) February 27, 2022
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Luego de varios borradores y enmiendas, la resolución que no prosperó el viernes 25 de febrero exigía a Rusia dar marcha atrás y retirar el ejército de Ucrania “de manera inmediata, total y sin condiciones”, indicó la embajadora de EE. UU. en la ONU, Linda Thomas-Greenfield. Además, demandaba la revocatoria del decreto que el 21 de febrero fue presentado, de forma pública, por el presidente Vladimir Putin, para solicitar a su titular de defensa que movilizara tropas a Donetsk y Luhansk para cumplir con funciones de “mantenimiento de paz”, además de reconocer a dichas provincias como integrantes de la región del Dombás e independientes.
La respuesta de Latinoamérica
El primer acto de Latinoamérica en esta historia no es a través de sus pronunciamientos para reafirmar “sus alianzas de política exterior”, como bien anuncia Michael Shifter, presidente de Inter-American Dialogue, en una entrevista. Se produce como una antesala de relaciones bilaterales comerciales y visitas del viceprimer ministro, Yuri Borísov, a los altos funcionarios y mandatarios de Cuba, Venezuela y Nicaragua, los días 16 y 17 de febrero.
Coincidentemente, un par de días antes de estos acontecimientos, Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, visitó el Kremlin para fortalecer relaciones comerciales. Además, los primeros días del mismo mes, llegó el mandatario argentino, Alberto Fernández.
De este recuento, los primeros tres países han declarado su solidaridad con Putin y su acciones de pacificación. Brasil y Argentina, por otro lado, han expresado su rotundo rechazo al avance bélico contra Ucrania y la violación de su soberanía.
Para Amir Valle, analista político de la Deutsche Welle, el panorama político regional podría concretar planes de cooperación militar por medio de los países que se han manifestado a favor de Rusia:
“Cuba se encargaría del material de contrainteligencia y espionaje en la región; Venezuela, que se ha encargado de conseguir suficiente material bélico, sería apoyo también. Quedaría por ver qué pasos da Ortega para consolidar una presencia rusa y una intromisión rusa en los asuntos militares del país”.
La mayoría de países en la región latinoamericana, sobre todo en Sudamérica, ha rechazado la escalada bélica por parte de Rusia y ha iniciado los protocolos de atención humanitaria para sus connacionales que viven en Ucrania.
Por lo pronto, las reacciones de los países que abiertamente han declarado su solidaridad a Rusia dejan pendiente la interrogante sobre la postura que podrían llegar a tomar y su impacto en el escenario regional. Suspenso que se suma a los posibles remezones de la economía en un mediano plazo, sea por el valor del petróleo o el suministro de insumos básicos. Esto de no lograr pronto un adecuado desenlace diplomático del conflicto.
Los efectos en la región
Un segundo acto en lo que concierne a Latinoamérica tiene que ver con las relaciones comerciales y las repercusiones que tendrá este conflicto en su economía. En línea con la temática de esta primera parte, veamos de cerca aquellos países en función de su presupuesto en defensa.
Para el portal de Datos Macro, Venezuela y Cuba están en el grupo de países de América Latina con mayor gasto público en defensa. Las cifras de estas naciones son de la época prepandemia. Otros países que integran ese bloque son Chile, Uruguay, Colombia, Ecuador y Brasil. De esta lista, Ecuador destaca en el quinto lugar en la exportación de hidrocarburos, esto de acuerdo con la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Colombia, no distinguida en esa lista, también se ha mostrado activa en la exportación de este recurso; al igual que Argentina, país que reporta un gasto público en defensa significativamente menor.
El recuento es para identificar países claves en la escena de este conflicto. Un alza del valor por barril a 100 dólares, con estimados que podrían bordear los 120 dólares, según se incremente la escalada, podría traer repercusiones que no son lo suficientemente favorables para los países mencionados, menos aún para el resto de la región. Este es el pronóstico de Alberto Bernal, director de Estrategia Global de XP Securities, quien en entrevista transmitida por CNN, detalló los efectos prácticos que, por ahora, solo tienen como mejor escenario el presente. Es decir, sin repercusiones aún en el financiamiento externo percibido, ni en el abastecimiento de los mercados extranjeros.
El posible impacto en el supply chain y en el abastecimiento energético y de diversas materias primas es parte de una discusión apenas iniciada. El escenario más temido es un impacto negativo en las tasas inflacionarias y una posible recesión de estos países emergentes.
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