Mientras avanza la campaña electoral en Estados Unidos, durante los últimos tres días —en el marco del primer y quizá único debate televisivo de los contendientes por la Presidencia de los Estados Unidos—, los medios locales han dado a conocer un empate técnico reflejado en las últimas encuestas. Y para desmarcarse de Biden en este contexto, Kamala Harris, candidata demócrata y actual vicepresidenta del país, anunció que el impuesto que ella propone para pechar a los grandes patrimonios sería menor que el anunciado por Joe Biden a inicios de año, pero, ¿se desmarca del conjunto de reformas?
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Harris, quien reemplazó en la contienda a Biden este 21 de julio, sí pretende continuar el plan de su antecesor respecto de incrementar varios tributos, entre ellos el que pecha a las ganancias de capital (capital gains tax), de manera que, como lo han mencionado los demócratas, los ricos "paguen lo justo".
Aunque aún es incierto el desenlace de esta contienda electoral, que se espera sea definida por el grupo de los indecisos, si fuera Harris la candidata más votada, para que el marco fiscal que propone se concrete, primero deberá pasar el filtro del Congreso, cuya conformación se definirá el próximo 5 de noviembre, junto con el nuevo mandatario de la Casa Blanca y algunos gobernadores.
Esta propuesta busca reducir el déficit fiscal en 3 billones de dólares en la próxima década (aunque analistas estiman que lo incrementará por encima de USD 1,5 billones), partiendo de la disminución en un billón de dólares en los casi cuatro años de gestión de Biden, con apoyo de las leyes de Responsabilidad Fiscal y de Reducción de la Inflación, como se ha esbozado en el presupuesto de la nación para el próximo año, presentado por el actual mandatario estadounidense al Parlamento. El déficit presupuestario para este año ronda los 1,3 billones de dólares.
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El paquete propuesto
Al calor de la campaña, Harris planteó este 21 de agosto llevar el impuesto a las ganancias de capital a largo plazo y los dividendos, que se aplica a inversores con ingresos desde un millón de dólares al año, de 20 % a 44,6 %, lo que la convertiría en la tasa más alta en más de 100 años, según analistas, aparte de duplicarla en relación con la que rige en China (20 %), por ejemplo.
Este impuesto está vigente desde 1920, cuando se fijó en 12,5 % y desde entonces ha ido variando en el tiempo, teniendo su primer pico en el gobierno de Jimmy Carter. El monto de 44,6 %, que se corresponde con el esbozado en el presupuesto de la actual administración para el próximo año y que es apoyado por la vicepresidenta estadounidense, corresponde a la tasa marginal máxima que pagarían algunos contribuyentes y que hoy es de 23,8 %. En el caso de quienes perciben ingresos superiores al millón de dólares, la tasa máxima pasaría a 28 %, la propuesta que anunció la semana pasada la candidata, menor al 39,6 %, según el plan de Biden.
Además, Harris propone crear un impuesto federal de 25 % sobre las ganancias de capital no realizadas o lo que es lo mismo, por acumular riqueza por activos no vendidos, pero cuyo valor ha aumentado. El nuevo tributo pechará a personas con un alto patrimonio neto, por encima de 100 millones de dólares, quienes deberán pagar las ganancias anticipadamente, contrario a lo que ocurre ahora, cuando se paga al vender los activos (acciones, propiedades, etc.), lo que ha encendido las alarmas en los mercados financieros. Este nuevo impuesto reedita una propuesta del actual mandatario estadounidense.
El paquete fiscal también incluye el aumento del impuesto a la recompra de acciones desde el actual 1 % hasta el 4 %, de la tasa que se cobra sobre los beneficios en el extranjero de 10,5 % a 21 % y del impuesto federal con el que se pecha a las grandes corporaciones, que pasaría de 21 % a 28 %. La tasa actual se mantiene desde la Ley de Empleos y Reducción de Impuestos (TCJA, por sus siglas en inglés) de 2017, cuando pasó desde el 35 % al 21 % a solicitud del entonces presidente Donald Trump, quien en medio de esta nueva campaña ha planteado bajarla a 15 %, así como las tasas de otros impuestos que se cobran a individuos, jubilados y empresas para estimular el crecimiento de la industria manufacturera, el empleo y los salarios. No obstante, con un costo fiscal superior a los USD 5 billones. Pero el temor es que, de llegar nuevamente a la silla presidencial, la deuda de Estados Unidos, hoy de 35 billones de dólares, se incremente en la próxima década en al menos USD 7,5 billones, más del doble de que lo se proyecta en relación con Harris.
Precisamente, el próximo año llegan a su fin los recortes que, en materia impositiva, decretó el hoy candidato republicano en su primer mandato para beneficiar a hogares y pequeñas empresas.
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En particular, el impuesto de sociedades aportó el 9 % de los ingresos fiscales del gobierno federal en 2023, antecedido por los impuestos sobre las nóminas (36 %) y sobre la renta de las personas físicas (49 %), según la fundación de estudios públicos El Cato.
La TCJA mantiene desde 2017 (y hasta 2025) siete tramos de impuestos: 10 %, 12 %, 22 %, 24 %, 32 %, 35 % o 37 %. Antes de la reforma de Trump establecía los siguientes: 10 %, 15 %, 25 %, 28 %, 33 %, 35 % y 39,6 %, tope en el que Kamala ha coincidido con Biden.
Aranceles al alza
Si bien Trump ha anunciado una rebaja y eliminación de ciertos impuestos, por otro lado, ha dicho que elevará los aranceles a las importaciones estableciendo una tasa mínima de 10 % y una máxima de 20 %, con excepción de las provenientes de China, a las que aplicará 60 %.
Con la intención de promover la producción nacional y de "salvar la industria automotriz estadounidense", el también aspirante a la Casa Blanca ha amenazado con imponer un arancel de 200 % a la importación de autos, esto luego de conocer la decisión del fabricante de maquinaria pesada John Deere de establecerse en México. Esto implicaría plantear a Canadá y México la renegociación del T-MEC.
La euforia que ha signado sus anuncios lo ha llevado a considerar que el 15 % del impuesto corporativo beneficiará a sociedades que produzcan en Estados Unidos. Hasta ahora solo coincide con su oponente en eliminar el impuesto que pecha las propinas.
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Recaudación para el fondeo de mypes y viviendas, entre otros
La idea de Harris con los impuestos a millonarios inversionistas es apoyar a nuevas pequeñas empresas con un beneficio fiscal de 50.000 dólares en gastos iniciales elegibles hasta el momento en que logren obtener beneficios, un monto que dista mucho de los USD 5.000 actuales. Además, propone favorecer a hogares con bajos ingresos con un subsidio de USD 25.000 y desgravación fiscal de USD 10.000 para la compra de la primera vivienda, un crédito fiscal de 6.000 dólares para las familias de ingresos bajos o medios con hijos recién nacidos y la disminución, hasta en USD 1.500, de los impuestos para los contribuyentes de bajos ingresos, entre otras medidas.
Si bien el plan es reducir el déficit fiscal, se calcula que este aumentará en USD 1,7 billones en los próximos 10 años con el plan presentado por la candidata.
Para Pablo Gil Gómez, economista español y experto en finanzas y mercados, si Harris cumple con lo prometido a nivel fiscal, estará desincentivando la inversión, ya que aumentaría la carga impositiva sobre compra de acciones, bienes raíces o startups.
Con él coincide David Medina, economista mexicano y analista de mercados, quien cree que la propuesta de incrementar el impuesto sobre ganancias de capital, si bien aumentaría los ingresos fiscales para el gobierno de manera que pueda financiar programas sociales, infraestructura o reducir la deuda pública, también podría provocar la disminución de la inversión, disuadir a los inversores de realizar nuevas inversiones, afectando negativamente el crecimiento económico.
Medina advierte que, de concretarse esta reforma, se podría generar un éxodo de capitales hacia jurisdicciones con impuestos más bajos, así como volatilidad en los mercados financieros, ya que los inversores podrían vender activos para evitar el impuesto, afectando los precios.
Algunas de las jurisdicciones a las que hace referencia el economista son Florida, Texas y Nevada (sin impuesto sobre la renta estatal); Delaware (leyes corporativas favorables y baja tasa de impuesto sobre la renta corporativa); Oregón (sin impuesto sobre las ventas) y Alaska (sin impuesto sobre la renta estatal ni impuesto sobre las ventas), que —destaca— resultan atractivas para las inversiones debido a sus regímenes fiscales favorables, lo que puede ayudar a reducir los costos y aumentar la rentabilidad.
De acuerdo con la Americans for Tax Reform (ATR), de llevarse a cabo la reforma planteada por la candidata demócrata, la tasa combinada de impuestos federales y estatales sobre las ganancias de capital superará el 50 % en muchos estados, incluyendo los de California (57,9 %), Nueva Jersey (55,3 %), Oregón (54,5 %), Minnesota (54,4 %) y Nueva York (53,4 %).
Medina agrega que, no obstante, a largo plazo, el aumento del impuesto sobre las ganancias de capital desincentivará la especulación y fomentará las inversiones, contribuyendo a una mayor estabilidad en los mercados financieros, además de que piensa que se podría reducir la desigualdad económica, tomando en cuenta que los individuos de altos ingresos y patrimonios serían los más afectados.
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Pago por adelantado, el motivo de mayor preocupación
El nuevo impuesto a las ganancias de capital no realizadas es tal vez la medida más preocupante y controversial de las anunciadas.
“Es una medida sin precedentes que provocará una gran incertidumbre y un golpe al concepto de la inversión a largo plazo como mecanismo para retrasar el pago de impuestos”, manifiesta Gil.
Aparte, advierte que gravar las ganancias de capital no realizadas introduce el riesgo de que algunos inversores tengan que pagar unos impuestos por un dinero que aún no han recibido, lo que les podría obligar a liquidar parte de sus inversiones antes de lo previsto para cubrir esas nuevas obligaciones fiscales.
El escenario se complica con el incremento del impuesto de sociedades, que ―según el analista español― al reducir el beneficio neto implica menos capacidad para pagar dividendos y recompra de acciones y para la expansión e investigación y desarrollo de las compañías.
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Soluciones en el frente
Diversas vías tendrá para disminuir el déficit fiscal quien asuma la presidencia de Estados Unidos el próximo año. Para Gil, la primera y la más importante es reducir el gasto público, pues siempre que hay un desequilibrio la tendencia es a poner foco en "dónde conseguir más dinero". No obstante, piensa que para equilibrar un presupuesto hay que centrarse no solo en la captación de nuevos fuentes de ingresos, sino también en eliminar gastos que no son imprescindibles, incluyendo subsidios innecesarios, costos por duplicidad administrativa entre agencias gubernamentales, además de gastos en intereses de la deuda tras década y media en la que “se ha incurrido en un endeudamiento crónico cuando la economía no requería de ese apoyo extra”.
En su opinión, otros asuntos a tomar en cuenta son eliminar o reducir las exenciones y deducciones fiscales que tienen las empresas en la actualidad, en especial entre aquellas multinacionales con altos márgenes de ganancias; continuar con la lucha contra la evasión fiscal en paraísos fiscales y buscar mecanismos para conseguir que los "ultra ricos", ese 1 % de los más ricos que posee el 35 % de la riqueza total de EE. UU., pague acorde con lo que ganan, intentando evitar que escapen usando estructuras fiscales sofisticadas.
En un análisis publicado en el sitio web de la institución, Adam M. Michel, director de estudios fiscales del Instituto Cato, asegura que los ricos pagan los impuestos más altos en ese país, dada la progresividad que caracteriza al sistema fiscal federal.
“El 10 % de las rentas más altas pagan más del 60% de todos los impuestos federales y el 76 % de los impuestos sobre la renta, porcentajes que han ido aumentando con el tiempo”, señala al tiempo que agrega que los tipos impositivos suben a medida que aumentan los ingresos.
La expectativa estuvo puesta en el debate de anoche, el primero entre Harris y Trump, pero la preocupación se mantiene latente en los mercados.
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