En 2018, luego de seis años emprendiendo como abogado, me topé con un momento crítico: definir si lo avanzado hasta ese momento se alineaba con mi propósito personal.
La respuesta no fue alentadora, pero fue el inicio de un viaje fascinante. Tenía todo lo que convencionalmente podría ser considerado “éxito profesional”: una bonita oficina, buenos clientes, un equipo de trabajo que crecía progresivamente e interesantes horas facturables.
Sin embargo, a medida que el equipo crecía, lejos de estar en la parte más estratégica del negocio mi día se consumía en el trabajo táctico cotidiano y buena parte del administrativo. Tenía contados todos los árboles, pero había perdido la visión del bosque.
En resumen, había replicado la estructura tradicional de una firma de abogados, solo que con un look and feel distinto, una estructura centrada en priorizar rentabilidad y no innovación, alejada de las prioridades del equipo y su genuino crecimiento y quizás -lo más importante- carente de un propósito genuino y coherente. Todo aquello que siempre critiqué de las estructuras tradicionales de servicios legales lo tenía ahí, frente a mí. Fue en ese momento en el que me topé con dos inquietudes.
La primera: ¿cómo los abogados estamos innovando? Descubrí que aproximadamente desde el año 2013 se había venido gestando un movimiento innovador en el sector legal. Sí, abogados innovando.
Si te interesa conocer sobre innovación legal, te invitamos a escuchar el primer episodio de "Las ardillas en el cable", con Óscar Montezuma Panez.
Palabras como newlaw, alternative service providers y legaltech se integraban a mi léxico cotidiano. Fue un despertar que me permitió explorar que, contrario a lo que yo pensaba, algo bueno estaba pasando en el derecho.
Esto unido a otras consideraciones, me llevó a iniciar un nuevo emprendimiento legal inspirado en todas esas corrientes que anunciaban vientos de cambio en el sector legal.
La segunda: ¿por qué es necesario innovar en el mundo del derecho? Desde el año 2007 vivimos en un contexto de aceleración tecnológica imparable que ha generado cambios drásticos transversales a toda la economía. El mundo cambió, pero el derecho no. Mientras los Uber del mundo cuestionaban al servicio convencional de taxi y los Airbnb ofrecían alternativas a la industria hotelera, el derecho seguía su propia inercia.
Los abogados y abogadas del mundo estaban más preocupados en parecerse a Harvey Specter y Jessica Pearson que en darle un giro de 180 grados a la práctica legal. La pandemia ha acelerado aún más la necesidad de innovar y cuestionar el statu quo.
El primer episodio de nuestro podcast le toma una rápida foto a ese momento en que abrí esa puerta que me permitió descubrir algo sobre lo que no tenía visibilidad. Espero que los ayude a abrir sus propias puertas a la innovación legal tal como me ocurrió en el 2018.
*Oscar Montezuma Panez es abogado con más de 15 años de experiencia en tecnología, negocios digitales e innovación legal. Actualmente es director ejecutivo de Niubox para Perú y Ecuador.
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