La necesidad de contar con un propósito que vaya más allá de la rentabilidad de la firma

¿Por qué no reconocemos a las firmas que destaquen más allá de su facturación y los rankings en los que las reseñan? / Pixabay
¿Por qué no reconocemos a las firmas que destaquen más allá de su facturación y los rankings en los que las reseñan? / Pixabay
El propósito es mucho más que un objetivo, es la razón de ser de la empresa, es un ideal, es lo que inspira a todos sus integrantes a formar parte de ella
Fecha de publicación: 28/09/2020

Hace poco leí un artículo que terminaba con la siguiente frase: “Construyamos la primera firma de mil millones en Latinoamérica”. Me quedé pensando por unos segundos en la frase y mi inmediata reflexión fue, ¿para qué? Con sinceridad, no encontré una respuesta. Sin embargo, eso me permitió reflexionar sobre las diversas prácticas que existen en el sector legal y que podrían motivar a un gran sector del mercado a animarse a perseguir un sueño similar sin la necesidad de responder “¿para qué?”

Conozco muy pocos ejemplos de firmas de abogados en donde existe una sólida cultura organizacional basada en un propósito claramente delimitado e interiorizado por sus integrantes que vaya más allá de su rentabilidad. La esencia del crecimiento en el sector suele estar íntimamente asociada a escalar económicamente un negocio o ampliar las áreas de práctica, a través de fusiones o de integraciones con nuevos equipos de abogados. Tamaño, estatus y poder componen el leitmotiv del ejercicio privado del derecho. Las firmas de abogados suelen convertirse en espacios donde se prioriza el crecimiento económico y el complemento y fortalecimiento técnico de sus integrantes, más allá de compartir una visión común que trascienda al solo hecho de hacer dinero y que coloque en el centro a las personas. 

Si existen empresas como Twitter, Zappos y Southwest Airlines que destacan por su cultura empresarial, ¿por qué no son públicamente reconocidas las firmas que destacan por algo similar, más allá de su facturación, el número de deals que cierran al año y los rankings en los que las reseñan? En un momento que exige replantearnos muchas cosas, ¿no será que necesitamos humanizar y darle sentido de propósito a la práctica legal? 


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¿Cómo iniciar la búsqueda del propósito? Un buen punto de partida para encontrar y definir el propósito es preguntarnos: ¿qué hace que nos levantemos temprano todos los días a enfrentar un duro, intenso y estresante día de trabajo? La respuesta puede convertirse en el motor que necesitamos para descubrir y alcanzar nuestros más grandes sueños como organización. La respuesta no es sencilla ni puede reducirse a indicadores económicos o métricas numéricas.

Simon Sinek, autor de Start with why, recurre a una ingeniosa comparación que explica el propósito en el mundo corporativo. Sinek compara a una empresa con un auto e indica que el dinero en una empresa es como el combustible del auto, sin dinero la empresa no puede operar. Sin embargo, el propósito de un auto no es comprar combustible así como el propósito de una empresa no es hacer dinero. El propósito del auto es llegar a un destino determinado y el combustible contribuye a ello. El propósito de una compañía es lograr un fin ulterior, una contribución a la sociedad que le permita desarrollarse. Por ejemplo, el propósito de Southwest Airlines es “conectar a las personas con lo que es importante en sus vidas, a través de viajes aéreos amigables, confiables y de bajo costo” y el de Spotify “inspirar la creatividad humana, permitiendo que un millón de artistas vivan de su arte y que mil millones de personas lo disfruten e inspiren”. 

En muchos casos, la búsqueda del propósito puede implicar una profunda pero necesaria introspección que logre darle norte y rumbo a nuestra actividad profesional, haciéndola sostenible y permitiendo la realización personal.

Un detalle importante es saber distinguir entre propósito y objetivo. Pueden parecer sinónimos pero no lo son. El propósito es mucho más que un objetivo, es la razón de ser de la empresa, es un ideal, es lo que inspira a todos sus integrantes a formar parte de ella. No es una acción concreta y suele tener un componente que quizás suene abstracto pero tiene la potencia suficiente para impulsar a la empresa en la ruta de la coherencia. El propósito tampoco es sinónimo de “trabajo pro bono” o de alguna bien intencionada actividad de responsabilidad social, es mucho más que eso. 

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Quienes conocen la actividad de la firma que dirijo podrían pensar que nuestro propósito consiste en transformar e innovar en los servicios legales o promover el derecho digital, sin embargo, esos son solo objetivos que surgen como consecuencia de nuestro propósito que es: "creemos en los beneficios que generan la innovación y la tecnología en nuestras vidas y queremos construir una sociedad más digital e inclusiva”. El propósito no dice qué es lo que haces, sino para qué lo haces o qué es lo que te inspira a hacerlo. 

¿Cómo llevar a la práctica el propósito? A través de la coherencia plena. No sirve de nada tener un propósito muy bien redactado y pegado en todas las paredes de la oficina, es necesario ejecutar acciones diarias que le den sentido y realidad a cada palabra de este, con el equipo de trabajo, clientes y proveedores. Un propósito llevado a la práctica y del que se desprenden una serie de valores interiorizados por toda la firma puede tener poderosos efectos en la consolidación de una sólida cultura organizacional, que provoque tener equipos que lleven a la empresa al siguiente nivel. La coherencia con el propósito a través de acciones concretas construye relaciones de confianza en los equipos de trabajo que hace que para ellos valga la pena luchar a diario por el cumplimiento de esos ideales. Quiero ser claro en un tema, nadie está obligado a ir en búsqueda de su propósito, pero tengan por seguro que cuando lo encuentran se abre un mundo fascinante de oportunidades y todo cobra un sentido distinto. 

Comentaba al inicio sobre la necesidad de humanizar la práctica legal y sigo convencido de que ha llegado el momento de hacerlo, de romper con todos los estereotipos que rodean a la figura del abogado (y que nos hemos ganado a pulso) y de promover activamente la innovación en el sector legal. En esa línea creo que las firmas de abogados más innovadoras no serán las que más inviertan en tecnología, sino las que más se animen a introducir pequeños cambios en su cultura que vayan marcando grandes diferencias, un aspecto muy dejado de lado en el sector legal. Un punto de partida necesario es definir un propósito claro que genere un impacto positivo en la sociedad que permita a esa firma desarrollarse. Si hay que pensar en grande, este es el momento. Todos podemos ser agentes de cambio en este proceso y darle un genuino sentido de propósito al ejercicio de nuestra práctica legal. 

*Óscar Montezuma es director de Niubox. 


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