Qué tiene que ver la inteligencia artificial (IA) con los abogados y cuál es el perfil del abogado del futuro son algunas de las incógnitas que inquietan a las firmas y departamentos legales de empresas latinoamericanas. No son pocos los estudios que ya implementaron hace tiempo herramientas como bibliotecas digitales y procesadores de palabras. Algunos bufetes están incluso desarrollando sus propias herramientas en conjunto con empresas tecnológicas —en su mayoría start-ups— con el fin de no solo modernizar los servicios legales que ofrecen, sino de hacer parte de la industria legal y tecnológica al mismo tiempo. 

Los foros de discusión están sirviendo para redefinir la figura y filosofía del abogado porque, como explica el consultor de firmas legales Rafael Mery, la tecnología no va a reemplazar a los humanos que ejercen la profesión del derecho, pero no será extraño que veamos a abogados aprendiendo a programar en los próximos años. Mery profundizará en esta premisa junto a otros expertos del sector legal y la industria tecnológica durante el Legaltech Summit Santiago 2018. Con el objetivo de brindar información relevante en materia de gestión y tecnología, el evento reunirá a más de 600 abogados, fiscales y gerentes legales de América Latina este jueves 22 de noviembre en Santiago de Chile.

Hablamos con algunos de los abogados y emprendedores que asistirán al evento para conocer mejor los debates que tendrán lugar.

Los desafíos del abogado 2.0

El mundo de los servicios legales está cambiando dramáticamente, por lo que tecnologías como la IA apenas han comenzado a revolucionarlo todo. Sergio Díez, socio de la firma chilena Cariola Díez Pérez-Cotapos, opina que los cambios son disruptivos y que los jóvenes son quienes tienen las mejores herramientas para adaptarse a estos cambios. Las tecnologías y la IA en concreto están permitiendo que en distintas profesiones los humanos podamos delegar en las máquinas tareas e incluso decisiones. Jorge Villalón, director de transformación digital de la Universidad Adolfo Ibáñez, deja algunos ejemplos: 

“Decidir si un texto pertenece a una categoría específica o crear un resumen automático de un fallo, son cosas que puede hacer la IA. Quien no cuente con el acceso a dichas herramientas o no sepa cómo aprovecharlas, se encontrará en desventaja. El perfil del abogado del futuro tendrá un coeficiente intelectual digital que le permitirá apoyarse en máquinas cada vez más inteligentes, para que pueda procesar no decenas, sino cientos o miles de documentos.”

 

Ignacio Canals, fundador de la empresa emprendedora que organiza el Legaltech Summit 2018 —Lemontech— utiliza la expresión del “súper abogado”:

“Existen áreas como las de los litigios ejecutivos, las comprobaciones debidas y los contratos, que la IA permitirá automatizar. El abogado del futuro pasará a ser un súper abogado, un operario de todas estas máquinas. La productividad de los que se sumen a esta ola tecnológica estará por las nubes.” 

Javier Mancilla, fundador de la consultora TARS, da un paso más en su forma de divulgar cómo esta modernización y transformación del sector legal van a impactar en la imagen actual que tenemos de los bufetes y la abogacía en general. Cree que los estudios jurídicos serán en parte empresas de software, en donde el resultado será una gestión humana y tecnológica eficiente:

“¿Está Nike, por ejemplo, en el sector de la fabricación y venta de zapatillas o en el de software? ¿Está quizá en ambos? Ya es posible comprar zapatillas por internet para que se impriman en 3D. Ese producto puede, además, contener un chip para hacer seguimiento de tus carreras a través de una aplicación. Al igual que Nike, otras empresas o rubros empezarán a mezclar el potencial humano con un gran componente tecnológico. Eso será inevitable.”

Rafael Mery añade que la IA, así como la cadena de bloques, la inteligencia de datos y las plataformas apalancadas con software, no reemplazarán a los abogados. Lo que vamos a presenciar es cómo los abogados transforman radicalmente su forma de trabajar y los servicios que prestan. “No va ser extraño ver a abogados aprendiendo a programar en los próximos años”, puntualiza. 

Jorge Muñiz —socio de Estudio Muñiz, Olaya, Meléndez, Castro, Ono & Herrera— y Sergio Díez coinciden en que no debemos temer a la tecnología. Según Muñiz, “los procesos digitales dejarán mayor tiempo libre para dedicarse a generar valor para los clientes. Díez añade que la tecnología es una aliada y no una amenaza. “No hay que aferrarse sentimentalmente al concepto de ‘those good old days’, de los buenos y viejos tiempos. Está en nosotros que el futuro sea mejor.”

¿Cómo pueden abordar las firmas legales a los millennials?

El choque generacional se plantea a menudo como un asunto fundamental para que las firmas sigan creciendo y no pierdan la oportunidad de desarrollar y retener talento. Aunque esto no es motivo de tragedia si quienes dirigen y toman decisiones en los despachos, prestan atención a los patrones que algunos ya han ido identificando y trabajando. 

“Hay millennials y millennials. Sin embargo, sí existen algunas conductas que se reiteran como la cultura de lo instantáneo, del resultado inmediato y del éxito envasado. Les gusta el reconocimiento que les otorgan las redes sociales. Esto en el ejercicio profesional tiende a ser distinto.  Lo mejor de la vida, lo trascendental y los grandes logros, se cocinan a fuego lento” dice Sergio Díez. 

Aunque haya que fomentar la atracción en las firmas, los panelistas entrevistados son optimistas y no piensan que el choque generacional sea una cuestión de profunda preocupación para las firmas. Jorge Muñiz piensa que es tan simple como que los millennials no creen en las palabras, sino en los hechos. La manera de atraer su talento y contribuir con su crecimiento es que puedan observar de modo tangible que se premia su conocimiento y esfuerzo. Rafal Mery coincide, los millennials son una generación que ya está inserta en la industria legal:

“El desafío para las firmas —al igual que con otras generaciones— es ofrecer un proyecto laboral atractivo, para ser parte de un negocio que tenga una estrategia clara y un modelo que entregue los incentivos correctos para que sus abogados decidan quedarse y no buscar otras alternativas.”